El control de acceso es un método que permite garantizar que los usuarios prueben ser quienes dicen que son. Es como cuando en algún lugar debes mostrar tu documento de identidad para comprobar que efectivamente tienes dicha identidad. En el contexto de la seguridad electrónica, el control de acceso se aplica para proteger datos y recursos sensibles. Más que nada, consiste en una serie de restricciones que se aplican de acuerdo a los datos y/o recursos a los cuales se desea acceder.
Autenticación: Se refiere al ingreso de credenciales o la utilización de uno o varios métodos de autenticación. Por ejemplo, ingresar una contraseña o utilizar un lector de huellas dactilares.
Autorización: Es el paso consecuente de la autenticación, que implica la cesión de acceso a determinado grupo de recursos y datos.
Un sistema de control de acceso es una solución electrónica que restringe o permite el acceso de un usuario a una área específica. Funciona validando la identificación del usuario mediante diferentes métodos.
Clave por teclado: El usuario ingresa una contraseña o PIN.
Tags de proximidad: Utiliza tarjetas o llaveros con chips RFID para identificar al usuario.
Biometría: Reconoce características físicas únicas, como huellas dactilares, iris o reconocimiento facial.
Seguridad: Protege contra accesos no autorizados y evita posibles amenazas.
Gestión de empleados: Permite llevar un mejor control de entradas y salidas, llegadas y faltas.
Privacidad: Garantiza que solo las personas autorizadas accedan a información sensible.
Mejora la eficiencia: Facilita el acceso a áreas específicas sin complicaciones.